Anoche soñé con mi Psiquiatra… fue un mal sueño.
Por primera vez en muchos años tengo una buena psiquiatra. Una mujer joven y que me esta ayudando a controlar mis manías de la bipolaridad. Creo que por primera vez estoy hablando de más- estoy indagando en mi niñez, en mi adolescencia y en mi homosexualidad reprimida. Hablo también de mi auto flagelo y culpa católico-latina que todavía solo sabe decir lo siento en situaciones donde otros debieron sentirlo más que yo.
Estoy aprendiendo que quiero ser sin la bipolaridad… y a mirarme en algunos espejos que me reflejan diferente… gracias a esta nueva terapia tropical. Necesito mis sesiones cada semana más que las meds para sentir que estoy en “flow” – en balance.
Pero… creo que estoy experimentando la transferencia y por control remoto. Había escuchado muchas veces que los pacientes se enamoran de sus psiquiatras y que a través del recuento de las experiencias, los abandonos, rechazos y demás… los sentimientos se pueden confundir con la persona que te escucha.
Es cómico como espero las sesiones cada semana y nerviosamente me preparo para hablar de mis temores… … del horror a que mis demonios cósmicos me ataquen otra vez, de relaciones complicadas y desasosiegos. Mi terapista me escucha y siento su compromiso en ayudarme a través de un enfoque diferente. Por primera vez estoy haciendo CBT y entendiendo más mi enfermedad. Estoy aprendiendo a manejar mis ups and downs.
Estoy de viaje hace un par de semanas y extraño a mi nueva psiquiatra. Sí, he descubierto que tengo otro platónico infantil. No es un sentimiento obsesivo pero sí es una necesidad de sentir que esta a mi alcance y que no va a desvanecerse como en mi sueño.
Estos días me hace falta mi terapia semanal pero me asusta la dependencia.
Cada vez que he sentido dependencia por alguien… me he decepcionado. Mi último psiquiatra desapareció un buen día… se fue sin despedirse. Y ese ha sido uno de los abandonos más fuertes en mi vida. Sentí rabia pues aunque era más conservador… lo necesitaba también cada semana.
Hoy me hace falta mi sesión semanal. Me hace falta escucharme y escucharla… aunque muchas veces hay silencios incómodos… otras veces hay momentos mágicos. Me siento cómoda hablando cada semana… y me gusta, que no me juzga. En una hora puedo sentir… decir… reír y llorar con kleenex.
Será que me faltan más meds? tal vez esta transferencia es simplemente una mini manía.
Tal vez me hace falta domir más y soñar menos.